La hipertensión arterial está considerada como una enfermedad silenciosa que se desarrolla de manera asintomática por lo que se le ha llamado el asesino silencioso. Puede dañar los vasos sanguíneos, el
corazón, los riñones, los ojos y el cerebro, por lo que es un factor desencadenante de accidentes cerebrovasculares, enfermedades coronarias, insuficiencia cardiaca y en algunos casos incluso de
ceguera. Se asocia con la obesidad, vida sedentaria y el consumo de alcohol y tabaco, también suele estar relacionada con estados nerviosos permanentes.
Aunque existen distintos tratamientos farmacológicos, cada día se buscan distintas alternativas naturales para tratar la hipertensión. En dicha búsqueda se han encontrado registros del uso del apio desde la antigüedad como tratamiento para la presión arterial alta en la medicina tradicional del Lejano Oriente.
El farmacólogo Dr. William J. Elliot de la Universidad de Chicago mediante una extensa investigación ha concluido que el apio es uno de los alimentos naturales que actúan más eficazmente como hipotensores.
El doctor Elliot identificó la sustancia inhibidora de la presión alta, se trata de un compuesto llamado 3-n-butilftalido cuya función es dar al apio su aroma característico. Una de las principales razones por las que el apio ayuda a reducir la presión alta es su efecto diurético.
Es un diurético natural:
Por su poder diurético ayuda a eliminar el exceso de líquido en sangre por lo que disminuye el trabajo de las paredes de las arterias y en consecuencia reduce la presión arterial.
Ya que el apio actúa como diurético natural no tiene los efectos secundarios de los diuréticos farmacológicos recetados que generalmente son elevación de los niveles de ácido úrico, de la glucosa y de las grasas en sangre, trastornos iónicos, disfunción eréctil y disminución de la libido.
Es rico en apigenina un antioxidante que ayuda a eliminar las toxinas del organismo, ayuda además al correcto funcionamiento de las arterias y de los vasos sanguíneos.